Desde mi habitación hasta una ventana penden metáforas inversas. Solo hay vacío, sudor y lágrimas. Ya no hay amor, ni versos, ni nada. Una vez al año, cada doce de marzo, un arco iris se pasea. Y un extremo encuentra en el otro todos los sueños posibles. Y el desierto se recrea. Surgen viajes por tierra, mar y aire. La gravedad se transforma en atracción y los cuerpos se mantienen. Un mundo bañado en coincidencias y sinécdoques. Vivamos en este pequeño tercio, al borde de lo real y lo simbólico. En un arco iris que dura miles y miles de doces de marzo.
Dime, ¿Te han escrito alguna vez un sueño?
El próximo doce de Marzo quizás, al pie de esa ventana mágica que mencionas, alguien al fin, me escriba un sueño... Aunque sea en metáfora inversa.
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