A veces encuentro más de una razón para caminar por ese
sendero que circunda el Genil. A veces empiezo a caminar desde mi casa y
termino, sin quererlo, en la puerta de la tuya, por ese río que nos separa y
que nos engulle. Como el monstruo permanente en cada cuento de Cortázar el río
se convierte en nuestro pasadizo secreto. Civilización y barbarie. Esos dos
continentes separados por las aguas… Tú las cruzaste y me conociste en mi
propia casa para poder ir juntos a la escuela. Es como si fuera necesario traspasar
una puerta para entrar en ese País de las Maravillas que tanto nos ha
acompañado este año. A veces da miedo traspasar el río, porque no sabemos hasta
cuándo podremos estar en este País Maravilloso. Todavía no estoy preparado para
regresar al mundo real. Por eso es que a veces, solo a veces, me gusta caminar
por ese sendero que circunda el Genil y verme reflejado en el agua, ver cómo
nos lleva la corriente para así mostrarnos ese monstruo que vive en el otro
lado de las profundidades. Antes de venir a Granada, miraba al río y solo veía
un estático reflejo, pero ahora me miro en él y te veo a ti, en movimiento,
preparada para hacer de este País de las Maravillas nuestra casa. A veces
pienso en tirarme al río y vivir como reflejo eternamente, luego me doy cuenta de
que el estático es el mundo, yo hace tiempo que me convertí en reflejo.
Para T. que me ha enseñado a vivir en movimiento.