A veces vivo en el pasado y me acuerdo de ti, de lo que
fueron nuestros momentos, nuestras alegorías y nuestras desgracias. A veces,
solo a veces, pienso en lo que fuimos y en lo que ya no somos. Las teclas de mi
piano se han llenado de polvo por tu ausencia. Ya nadie lo ha vuelto a tocar
desde que tú no estás. Unas teclas especialmente preparadas para tus dedos.
Recuerdo cuando versionabas grandes temas del rock con el piano, recuerdo
también que a mí me gustaba oírte. Me despertabas cada mañana con ese Claro de
luna con el que me incitabas a soñar. Entonces soñaba contigo, te soñaba a ti
como pescador. Como ese pescador que vivía en la luna. Y en cada uno de mis
sueños aparecías tú, vigilando desde lo alto que todo estuviera en orden, que
no se convirtieran en pesadillas. Pero ya no vivo en el pasado. Mis sueños ya
no tienen lunas ni pescadores. Te has caído de la luna en la que estabas y
ahora vagas por la tierra fría y lúgubre. En la habitación vacía de mi recuerdo
tan solo queda un piano, pero ya no hay pianista.