jueves, 13 de agosto de 2015

Perseidas

Subía con vértigo y con ganas de gritar. Más arriba, más arriba, más arriba. Desde lo alto de la Montaña Rusa buscaba perseidas en el cielo. Entre el tiempo y el espacio me perdía. El año pasado estaba en la playa tumbada mirando el Universo. Viajaban las perseidas de aquí para allá. Una por ahí, rápido, pide un deseo. Y lo pedía. Otra por ahí, rápido, pide otro deseo. Nos alambraban al pasar. Y así nos pasábamos toda la noche pidiendo deseos. Allí estaba yo, sola, ahí arriba. La máquina frenaba al llegar a la cima, así me daba tiempo a mí a buscar estrellas. Tenía el tiempo justo y el espacio necesario. El Universo se paraba para mí durante escasos segundos. Llegaba, giraba la vista y ahí estaban, todas juntas, todas viajantes. Tú en la cama y yo en lo alto. Mi deseo fue muy simple, pero llegó a parar el mundo. Cerré los ojos y antes de descender, me teletransporté. Lo vi tan claro que desaparecí. Las perseidas volaron sobre mi cabeza. Tú en la cama y yo a tu lado. Deseo concedido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario