sábado, 30 de mayo de 2015

Juguemos a ser monstruos

A veces encuentro más de una razón para caminar por ese sendero que circunda el Genil. A veces empiezo a caminar desde mi casa y termino, sin quererlo, en la puerta de la tuya, por ese río que nos separa y que nos engulle. Como el monstruo permanente en cada cuento de Cortázar el río se convierte en nuestro pasadizo secreto. Civilización y barbarie. Esos dos continentes separados por las aguas… Tú las cruzaste y me conociste en mi propia casa para poder ir juntos a la escuela. Es como si fuera necesario traspasar una puerta para entrar en ese País de las Maravillas que tanto nos ha acompañado este año. A veces da miedo traspasar el río, porque no sabemos hasta cuándo podremos estar en este País Maravilloso. Todavía no estoy preparado para regresar al mundo real. Por eso es que a veces, solo a veces, me gusta caminar por ese sendero que circunda el Genil y verme reflejado en el agua, ver cómo nos lleva la corriente para así mostrarnos ese monstruo que vive en el otro lado de las profundidades. Antes de venir a Granada, miraba al río y solo veía un estático reflejo, pero ahora me miro en él y te veo a ti, en movimiento, preparada para hacer de este País de las Maravillas nuestra casa. A veces pienso en tirarme al río y vivir como reflejo eternamente, luego me doy cuenta de que el estático es el mundo, yo hace tiempo que me convertí en reflejo.


Para T. que me ha enseñado a vivir en movimiento.